The song personifies the earth, portraying it as a conscious entity that lifts its forehead and sings, conveying a sense of vitality and joy. The music mirrors this positive energy with lively melodies and vibrant harmonies. However, as the song unfolds, a deeper layer is unveiled, depicting the earth’s suffering, particularly on its parched and cracked surface. The metaphor of the earth experiencing pain in its face and bones symbolizes the environmental challenges and exploitation it endures. Despite these hardships, the song maintains a hopeful atmosphere.

The piece emphasizes the significance of caring for and preserving the earth, demonstrating empathy for its struggles. Despite the obstacles, the music delivers an optimistic and motivational message, suggesting that there is hope for healing and renewal. The earth, despite its challenges, possesses a soul that seeks resilience and connection with humanity. Together, the song creates a musical experience that encourages contemplation while instilling a sense of hope and joy in the ability to nurture and rejuvenate our environment.

This composition was created with the children of Paisano, a small town in the State of Veracruz, surrounded by nature. Originally accompanied by a jarana jarocha, it can also be played with a ukulele or a guitar. It is recommended as a concluding piece for Common Song performances involving children’s choirs and mixed choirs.

La letra personifica a la tierra, describiéndola como un ser consciente que levanta su frente y canta, transmitiendo una sensación de vitalidad y alegría. La música refleja esta energía positiva a través de melodías optimistas y armonías vibrantes. Sin embargo, a medida que la canción avanza, se introduce un matiz más profundo. Se revela que la tierra también sufre, especialmente en su superficie reseca y cuarteada. La metáfora de la tierra con dolor en la cara y huesos refleja los desafíos medioambientales y la explotación a la que está sometida. A pesar de estos dolores, la canción mantiene una atmósfera de esperanza.

La obra destaca la importancia de cuidar y preservar la tierra, mostrando empatía hacia los problemas que enfrenta. A pesar de las dificultades, la música transmite un mensaje optimista y motivador, sugiriendo que hay esperanza para la curación y la renovación. La tierra, a pesar de sus desafíos, conserva un alma que busca la resiliencia y la conexión con la humanidad. En conjunto, la canción crea una experiencia musical que inspira a la reflexión y al mismo tiempo infunde un sentido de esperanza y alegría en la capacidad de cuidar y revitalizar nuestro entorno.

Esta obra se compuso con los niños habitantes de un pequeño pueblo llamado Paisano, en el Estado de Veracruz, ciudad que está rodeada de naturaleza. Originalmente se acompaña con una jarana jarocha pero podría ser acompañado con ukulele o una guitarra. Se recomienda como repertorio final como un Canto Común donde haya coros infantiles y coros mixtos.